
En realidad, no hay originales de los escritos bíblicos. Tenemos copias de los originales, los cuales no tenemos idea de dónde pueden estar.
La Biblia fue escrita en hebreo y griego. En arameo, el idioma que se hablaba en la Palestina de la época de Jesús y en el medio oriente, hay unos pocos textos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (como en Mc 5, 41). Para una introducción a la traducción de la Bibilia, lea «El estudio del texto bíblico», del dr. Plutarco Bonilla, de Sociedades Bíblicas Unidas.
El siguiente resumen tiene como fin ayudar a entender lo que hay detrás de las versiones de la Biblia que se usan actualmente (para un tratamiento en profundidad del tema, examinar las lecturas complementarias).
1. Unos comentarios sobre el lenguaje
1.1. En cuanto al Antiguo Testamento
El texto hebreo bíblico original solamente tenía consonantes. Primero las historias se transmitieron oralmente, luego se comenzaron a escribir, quizás diez siglos antes de Cristo. La forma en que debía leerse el texto se transmitió oralmente los siguientes mil años, hasta que unos sabios judíos ya en nuestra era y en un plazo de varios siglos, escribieron el texto con vocales y puntuación, dando como resultado el denominado texto masorético (de «masora», tradición»), el cual vio finalmente la luz quizás en el año 1000 (primero se fijaron las consonantes, luego las vocales). Es probable que para la época de Jesús ya no se hablara más el hebreo. En arameo, el idioma hablado más popular en el antiguo Medio Oriente, están escritos unos pocos pasajes del Antiguo Testamento (Esdrás 4, 7-6, p.e.).
El tema de la colocación de las vocales fue tan arduo, que aparecieron varios sistemas, siendo los dos más importantes el babilónico (los signos vocálicos van sobre las consonantes) y el tiberiense ( los signos vocálicos van bajo las consonentes, cual es el sistema usado actualmente).
Muchísimo antes que el texto masorético, en el siglo III a. de C. el rey de egipto Tolomeo II Filadelfo ordenó la traducción del Antiguo Testamento al griego. Como dicha traducción fue realizada por alrededor de setenta sabios, a esta traducción se le conoce como la Septuaginta (a veces indicada por el número romano setenta, LXX). La traducción terminó más de un siglo después, y contenía libros que no estaban en la biblia hebrea (los «deuterocanónicos», Eclesiástico, Sabiduría, 1 y 2 Macabeos, Tobías Judit y Baruc y ciertas partes de Ester y de Daniel), pero que solamente fueron rechazados en la parte final del Siglo I por los judíos fariseos en Jamnia, en un acto de discriminación contra los cristianos, quienes utilizaban la Septuaginta (ver «DIFERENCIAS ENTRE LAS BIBLIAS CRISTIANAS» en este website).
¿Y qué hay del texto de la Biblia hebrea antes del texto masorético? Para ello han resultado útiles los hallazgos en Qumrán en 1945, que nos han permitido disponer de copias muchísimo más antiguas que las disponibles hasta ahora. (para mayor ilustración, leer «Manuscritos de Qumrán» del erudito español dr. Julio Trebolle Barrera) .
1.2 . En cuanto al Nuevo Testamento
Está escrito en una variedad de griego conocida como koiné. Es un griego popular, distinto del griego clásico y también distinto del griego de la Septuaginta. Hay algunas expresiones en arameo (la indicada más atrás es un ejemplo), aunque en varios casos se notan sustratos de ese lenguaje (la penúltima frase de la Biblia, «Ven, Señor Jesús», es un eco de la expresión aramea «Marana ta» -Señor Nuestro, ven-).
Sobre la traducción moderna del Nuevo Testamento se volverá más adelante.
Además de los manuscritos de libros bíblicos, hay «leccionarios», o sea textos tomados de varios libros bíblicos organizados para uso litúrgico, exactamente como ocurre hoy en día.
Se señala que existen como 3000 papiros y 2200 leccionarios del Nuevo Testamento, no todos de la misma importancia.
A principios del siglo III ya existía una división en secciones de los evangelios, realizada por Ammonio de Alejandría. Un poco más tarde, Eusebio de Cesarea ideó un sistema de referencias de los evangelios mediante tablas conocida como «los cánones de Eusebio», perfeccionando el sistema de Ammonio. Los cánones de Eusebio se utilizaron mucho en los manuscritos cristianos, tanto griegos como latinos.
2. Mención de algunos manuscritos
La Biblia no se escribió de un solo tirón, sino que pasó mucho tiempo entre los hechos narrados y su puesta por escrito.
Los textos en los idiomas originales de la Biblia no reposan en un documento único, sino en muchos documentos diferentes, dado que los libros se escribieron y copiaron a mano en diferentes épocas; existen en forma hojas organizadas como libro (códices) o rollos («volúmenes»), los cuales usualmente se limitaban a un solo libro bíblico (por ejemplo, la división de Samuel en dos libros obedece a que no podía físicamente estar en un solo rollo); el material de las hojas podía ser papiro (una planta acuática) o pergamino (cuero tratado), usado desde el siglo IV d.C.. Aunque la Biblia es Inspiración Divina, los que la llevaron a escrito fueron hombres, como quienes hicieron copias de los libros sagrados para que otros las leyeran. Y a nosotros nos llegaron copias, no todas exactamente iguales, lo que ha obligado a los expertos a estudiar las diferentes copias que difieren (las «variantes») para determinar cuál es el texto más próximo al original, según diferentes criterios científicos (a ese procedimiento se le llama «fijación del texto más próximo al original»).
¿Cuáles son los textos de que disponemos entonces para acercarnos a los originales de la Biblia? Veamos una reseña rápida.
El texto más antiguo que existe del Nuevo Testamento es el papiro Ryland (de los años 120 a 130) que contiene unos pocos fragmentos del evanglio de San Juan.
Del Antiguo y Nuevo Testamento los códices más importantes, todos en pergamino, son: el Vaticano (identificado con la letra «B», es del siglo IV, hoy está en el Vaticano), Sinaítico («S», Siglo IV, hoy en el Museo Británico; también se le designa con la primera letra del alfabeto hebreo, «Aleph»), Alejandrino («A», Siglo V, Museo Británico), de Efrén («C», Siglo V, Biblioteca de París) y de Beza («D», Siglo V, Universidad de Cambridge).
El códice más importante es el Alejandrino («A»). Contiene el Canon de Eusebio (una guía de pasajes paralelos de los evangelios)
El texto más completo de la Biblia Hebrea es el Códice de Leningrado (Codex Leningradensis). Contiene el texto masorético de finales del siglo X d.C.. Se encuentra en la Biblioteca Nacional Rusa, en San Petersburgo.
Los papiros se identifican con la letra p más un número. El papiro Ryland, ya mencionado, es p52. Otros papiros importantes son los papiros Beatty (p45, p46 y p47; el nombre viene del hombre que los compró en Egipto; son del siglo III) y el papiro «Bodmer II» (p66, siglo II, hoy en Suiza).
Para más ilustración: «Manuscripts of the Bible» en la Enciclopedia Católica.
3. Las traducciones del Nuevo Testamento
3. 1 El textus receptus (o texto recibido)
Los bizantinos utilizaron el Nuevo Testamento en griego en forma ininterrumpida, aunque no con textos fijados con uniformidad. Como en el resto del mundo se usaba sobretodo la traducción de la Biblia al latín de San Jerónimo (siglo IV), era natural que si alguien quería utilizar un Nuevo Testamento en griego tuviera a su disposición más fácilmente un texto «de la familia bizantina». Incluso en el 200 d.C., ya en la parte occidental del Imperio Romano se leían manuscritos de la Biblia en latín, en Egipto ya existían manuscritos en copto (que pocos siglos después reemplazaron el griego) y Siria en siríaco.
En el siglo XVI, Erasmo de Rotterdam consiguió seis manuscritos del Nuevo Testamento en griego, cinco de ellos de origen bizantino pero ninguno anterior al siglo XI, y preparó una edición unificada, la primera impresa del Nuevo Testamento en griego puesta en circulación, cosa que ocurrió en 1516 (la primera edición impresa en realidad fue la Biblia políglota complutense del Cardenal Cisneros, de 1514, pero entró en circulación únicamente en 1522). Ese texto fue denominado finalmente «texto recibido», muy utilizado por las iglesias protestantes, pero el avance en los estudios bíblicos y el hallazgo de manuscritos más antiguos sirvieron para demostrar con el tiempo que el textus receptus no era la mejor fuente para las traducciones más modernas de la Biblia, cosa que aún cuesta aceptar a algunos grupos cristianos minoritarios. En 1882, con la edición del Nuevo Testamento Griego de B.F. Westcott y F.J.A. Hort, se abandonó el textus receptus como fuente principal. La Biblia Reina Valera, en cambio, se basó hasta su edición de 1960 en el textus receptus, pero eso cambió con su última edición de 1995.
En 1550 Stephens publicó un «textus receptus», el cual fue la base de la King James Version, la Biblia en inglés de 1611, utilizada incluso en nuestros días (se le denomina «Authorized Version» o AV).
Que el textus receptus no es la mejor opción disponible es un hecho. Por ejemplo, Erasmo debió traducir desde la Vulgata para llenar unas pocas lagunas (como los últimos seis versos del Apocalipsis). Ni aún el textus receptus coincide 100% con el texto bizantino, denominado «texto mayoritario», en que supone basarse.
El nombre «textus receptus» (texto recibido, llamado también «texto mayoritario» por sus seguidores) proviene de la introducción a la segunda edición de Elzevir de 1633 de la edición de Erasmo, donde dice «TEXTUM ergo habes nunc ab omnibus RECEPTUM… » («El texto que tenemos ahora que es recibido por todos…»). Esta edición utilizó la primera edición de 1598 del Nuevo Testamento Griego de Teodoro de Beza, alumno aventajado de Calvino, quien usó un manuscrito del siglo V robado en 1562 por los hugonotes (calvinistas franceses) de un monasterio francés durante las llamadas «guerras de religión», el famoso Códice de Beza («D»).
En 1881 se publicó el Scrivener’s Textus Receptus, una versión modificada del Nuevo Testamento Griego para que coincidiera con la lectura de los traductores de la King James Version. Desde luego, es una versión, con otra edición en 1894, de interés puramente académico.
Para un debate en extenso acerca del textus receptus y las modernas traducciones, desde la perspectiva de un especialista no católico, puede leerse «¿Son idénticos el texto mayoritario y el texto original?», en bible.org.
3.2 Versiones del Nuevo Testamento distintas de las basadas en el textus receptus
La primera edición en griego del Nuevo Testamento es la Biblia Políglota
El descubridor del Códice Sinaítico, Constantine Tischendorf, realizó una edición del Nuevo Testamento Griego y de un aparato crítico del mismo entre 1869 y 1872. Es lo que se llama una edición ecléctica, porque toma los manuscritos disponibles y organiza un texto decantado y señala las variantes. Es un clásico de la materia. El «aparato crítico» es la indicación sistemática de los manuscritos y las variantes frente a las partes del texto que así lo reclamen, lo que es absolutamente necesario para el traductor.
En 1898, Eberhard Nestle, usando las ediciones del Nuevo Testamento de Westcott y Hort, Tischendorf y Weymouth, publicó la primera edición del Nuevo Testamento Griego que vendría a ser, luego de muchas ediciones, la más utilizada hoy en día.
En 1966, un comité interconfesional de expertos preparó una edición para la United Bible Societies, cuya cuarta edición (1993) tiene un aparato crítico revisado.
Para más información, leer «Critical Editions of the New Testament» como ilustración.
4. Las ediciones críticas
Quienes deseen trabajar sobre la Biblia en sus idiomas originales lo harán, casi seguramente, partiendo de:
«Para el texto hebreo del AT la base es: K. ELLIGER y W. RUDOLPH (editores), Biblia Hebraica Stuttgartensia, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart, 1967/77. En esta edición no se reconstruye el texto más probable, sino que se da el texto hebreo masorético y en el aparato crítico se indican las opciones que los editores consideran más probables.
Para el texto griego del AT (LXX): A. RAHLFS, Septuaginta, id est Vetus Testamentum Graece iuxta septuaginta inerpretes, Deutsche Bibelgesellschaft, Suttgart, varias ediciones. Hay otras ediciones más modernas, especialmente la que se está publicando en Göttingen, que sin embargo no está completa. Estas sí dan el texto reconstruido con base en el análisis de los manuscritos, de unos pocos en la primera, y de muchos más en la segunda.
Para el NT: B. ALAND, K. ALAND et alii, The Greek New Testament, 4a. ed. rev., Deutsche Bibelgesellschaft/United Bible Societies, 1994. Esta edición también da el texto reconstruido con base en una gama lo más amplia posible de testigos. Además los comentarios científicos a los diversos libros bíblicos suelen incluir un estudio crítico del texto.» (tomado con autorización del autor de: ORTIZ V., Pedro. S.J.. Evangelios Sinópticos: exégesis, edición electrónica)
Estas ediciones contienen importantes indicaciones sobre las variantes, en lo que se denomina «aparato crítico».
Quien lee la Biblia en un idioma moderno, seguramente estará utilizando una de las ediciones críticas antes mencionadas.