
Nuestra idea de pecado es una simplificación, por varias motivos. El primero, que tratamos al pecado como si se limitara a una infracción de cierta regla escrita y punto, por lo que se piensa en pecado luego de comparar un comportamiento con un mandato aislado (lo mismo pasa cuando hablamos en de delitos, según expongo en mi video del tema). El asunto es más complejo y de fondo que eso. Segundo, porque pensamos en pecado con frecuencia solo para manipular la conciencia propia o ajena. Hay otros motivos, a examinar en otros momentos.
Tratemos de entender qué es el pecado. Esto es Buscadores del Reino, por Lucas Abrek.
1. La palabra pecado en la Biblia
En los idiomas originales hay varias palabras para referirse a esta condición (el pecado es una condición). No se trata de un único término en griego o hebreo. Con todo, hay varios elementos concretos que se exponen aquí a partir de los siguientes numerales. Todas las citas bíblicas serán de la Biblia de Jerusalén Latinoamericana. Primero escuchamos unas acertadas palabras de Juan Pablo II:
«Ya en el Antiguo Testamento encontramos diversas expresiones para indicar los distintos momentos o aspectos de la realidad del pecado a la luz de la Divina Revelación. Así, a veces es llamado simplemente «el mal» («ra’ «): el que comete pecado hace «lo que es malo a los ojos del Señor» (Dt 31, 29). Por eso el pecador, considerado también como «impío» (raša’), es el que «olvida a Dios» (cf. Sal 9, 18), el que «no quiere conocer a Dios» (cf. Job 21, 14), en el que «no hay temor de Dios» (Sal 35/36, 2), el que «no confía en el Señor»(Sal 31, 10), más aún, el que «desprecia a Dios» (Sal 9, 34), creyendo que «el Señor no ve» (Sal 93/94, 7) y «no nos pedirá cuentas» (Sal 9, 34). Y además el pecador (el impío) es el que no tiene miedo de oprimir a los justos (Sal 11/12, 9), ni de «hacer la injusticia a las viudas y a los huérfanos» (cf. Sal 81/82, 4; 93/94, 6), ni tampoco de «cambiar el bien con el mal» (Sal 108/109, 2-5). Lo contrario del pecador es, en la Sagrada Escritura, el hombre justo (sadîq). El pecado, pues, es, en el sentido más amplio de la palabra, la injusticia. «
Audiencia General del Papa Juan Pablo II, Miércoles 5 de noviembre de 1986
Para una reflexión sobre lo que es injusticia, vea mi video Debemos conocer las palabras relevantes: el caso del concepto injusticia.
2. El primer sentido del pecado que debemos tener presente
El pecado es siempre contra Dios (Salmo 51, 6), lo que significa que además es contra uno mismo y contra los seres humanos; actuar contra Dios es actuar contra nosotros y la comunidad. Se lee en la primera parte de ese versículo:
«Contra ti, contra ti solo pequé,
(Salmo 51:6)
lo malo a tus ojos cometí.»
Más adelante, ese mismo salmo da otra pista importante en la materia. La solución al pecado está en una nueva actitud de vida frente a Dios.
«Pues no te complaces en sacrificios,
Salmo 51:18-19
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.»
La mención de espíritu y corazón, conforme el texto en hebreo, incluye nuestro entendimiento, es decir, no es solo arrepentimiento emocional sino integral, de comprensión de lo sucedido y disposición a cambiar, habiendo razonado en dirección al cambio. Eso explica que unos de los momentos en el sacramento de la reconciliación, sean el propósito de enmienda y la contrición de corazón.
La palabra pecado no es un término etéreo, es práctico. Veamos esto con el Nuevo Testamento.
3. Pecado en el Nuevo Testamento como vía para una mejor idea
Vamos a la idea del pecado en el Nuevo Testamento, tal como podría entenderse a partir de las palabras de Jesús. Es diciente por ejemplo al respecto Marcos 7: 14-23, pasaje que concluye con estas palabras de Nuestro Señor:
«Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.”
Marcos 7: 21-23
Explica en un escrito uno de mis profesores de universidad, refiriéndose a ese pasaje:
«Del texto se desprende que los hechos pecaminosos son la resultante o los síntomas de una torcedura profunda que sucede al interior del hombre, y es allí donde su ubica el pecado fundamental.» («EL ANUNCIO DEL REINO DE DIOS DE JESÚS» , Gustavo Baena S.J.)
El pecado tiene que ver entonces con nuestra interioridad, las acciones que vemos son los síntomas. Además de una dimensión personal, imaginada de alguna manera por todos, existe también una social, menos reflexionada.
Entonces , ante una acción pecaminosa hay que examinar qué es lo que hay detrás. Cuáles son todas esas falencias que deben remediarse para que no se repitan, rectificando nuestro espíritu.
4. Un ejemplo: el pecado del aborto
Por ejemplo, el pecado del aborto tiene que ver con una distorsión fundamental respecto de qué es un ser humano que ocasiona que se llame de otro modo a lo que es matar (vea mi video Un verdadero cristiano ni apoya el aborto ni se calla), a una falsa restricción incluso legal del concepto de moral (vea mi video Moral y derecho no son separables) y a un error fundamental sobre los alcances de la tranquilidad de conciencia (vea mi video La tranquilidad de conciencia no basta)
5. El pecado es una condición
El pecado es un acto de desobediencia, y siempre se expresa en la relación del hombre con Dios (Romanos 5: 16), la cual es afectada en forma tal que el perjudicado es el mismo ser humano.
«Visto en esta perspectiva, el pecado como «desobediencia» a la ley se manifiesta mejor en su característica de «desobediencia» personal hacia Dios: hacia Dios como Legislador, que es al mismo tiempo Padre que ama. Este mensaje expresado ya profundamente en el Antiguo Testamento (cf. Os 11, 1-7), hallará su enunciación más plena en la parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15, 18-19, 21). En todo caso la desobediencia a Dios, es decir, la oposición a su voluntad creadora y salvífica, que encierra el deseo del hombre de «alcanzar su propio fin al margen de Dios» (Gaudium et spes 13), es «un abuso de la libertad» (Gaudium et spes, 13.).»
AUDIENCIA GENERAL del Papa Juan Pablo II, Miércoles 29 de octubre de 1986
El pecado entonces es, fundamentalmente, el acto de rompimiento voluntario con Dios. Nosotros, que somos imagen y semejanza suya (Génesis 1: 26), hacemos a un lado nuestra propia naturaleza en la cual Dios ha participado:
«Al negarse con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompe el hombre la debida subordinación a su fin último, y también toda su ordenación tanto por lo que toca a su propia persona como a las relaciones con los demás y con el resto de la creación.»
No. 13, Gaudium et Spes, Constitución Pastoral sobre la Iglesia, Concilio Vaticano II
En ese orden de ideas el Catecismo advierte:
«1849 El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es un faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como «una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna» (S. Agustín, Faust. 22,27; S. Tomás de Aquino, s.th., 1- 2, 71,6).»
Catecismo de la Iglesia Católica
Pero, ¿cómo concretamos eso en nuestra vida? Recordemos la respuesta de Jesús al maestro de la ley:
««Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos cuelgan toda la Ley y los Profetas.»»
Mateo 22: 36-40
Notemos que Jesús coloca el amor al prójimo al lado del amor a Dios. El pecado se origina en incumplir lo que Jesús nos manda en materia de vida propia y vida en comunidad.
6. A modo de conclusión provisional (porque el tema es de intensa reflexión)
Por tanto, pecado es dejar de lado cualquiera de esos dos aspectos. Esto es evidente al leer la enseñanza de Jesús sobre el juicio final en Mateo 25: 31-46, en donde advierte que quien no practica el amor desde la justicia, no entrará en la vida eterna, por cuanto amar al prójimo es amar a Jesús mismo. Eso solo se logra con una actitud integral de vida, en corazón y espíritu como nos decía el Salmo 51:18-19 porque, en rigor, no se es verdadero cristiano solo porque evitemos acciones puntuales malas, sino porque de verdad somos seguidores de Jesús. Evitar el pecado es parte de ser verdaderos hijos de Dios (vea mi video qué es ser hijos de Dios). Lo que usualmente llamamos pecado, son los sìntomas de que habla san Pablo en Gálatas 5, en el parte donde menciona primero lo que denomina frutos de la carne y a continuación menciona los frutos que llama del Espìritu, que no son sino los «sìntomas» de verdaderos hijos de Dios.